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Vamos a conocer un mundo distinto!!!
V CURSO DE PERFECCIONAMIENTO INSTRUMENTAL Y TÉCNICA DE DIRECCIÓN "CIUDAD DE MANZANARES".
CONCIERTO FINAL DE ALUMNOS DE DIRECCIÓN
29 de julio de 2018
- Director del Curso: Miquel Rodrigo Tamarit
Rodrigo el Trompa de F. Ferrán
- Dirige: Víctor Campos Navarro
Trompas solistas: - Marina Díaz-Peñalver - José Luis Polo - Álvaro Parrón - Álvaro Aguilar
Synopsis a través del autor Rodrigo el Trompa Overture in Pasodoble for Horn Quartet and Wind Orchestra
Miguel Rodrigo Plasencia es una persona que ha dedicado toda su vida a la música y a su familia, siendo profesor de la Banda Municipal de Valencia durante 47 años, y compaginando su labor además, como director de orquesta y banda y profesor en diversas escuelas y conservatorios, donde ha formado a innumerables, hoy ya, solistas y grandes intérpretes de Trompa.
“Rodrigo el Trompa” es una obertura en forma de pasodoble, para cuatro trompas y orquesta de viento, donde el autor quiere homenajear a dicha persona utilizando para la composición, los fragmentos más emblemáticos escritos para la Trompa.
El concierto nº 1 de Richard Strauss para trompa y orquesta, así como los poemas sinfónicos, “Las Travesuras de Till Eulenspiegel” o “Don Juan”, todas del dicho compositor alemán, serán transfiguradas y a ritmo de pasodoble en esta obertura llena de color, con un profundo romanticismo, y con dosis de ternura y delicadeza combinadas con la majestuosidad que la trompa nos brinda.
Encargo de sus hijos Miquel, Santiago y Carles Albert
…a Miguel Rodrigo Plasencia, “Rodrigo el Trompa”, Profesor de la Banda Municipal de Valencia entre los años 1951 y 1998, por toda su excelente labor pedagógica, profesional y humana ejercida durante toda una vida por el bien de la música, viendo y transmitiendo a través de ella, todo aquello que está tanto dentro como “detrás” de la misma.
Esta composición se estrenó el día 4 de febrero de 2018 en la “sala Mozart” del Auditorio de Zaragoza por la banda sinfónica del conservatorio superior de música de Aragón bajo la dirección del autor.
La Ermita de San Baudelio se ubica en un paraje aislado a escasos dos kilómetros al sureste de la pequeña localidad soriana de Casillas de Berlanga, asentándose sobre una suave ladera que desciende hacia el curso del río Escopete.
Es un monumento de gran interés tanto por su arquitectura como por sus pinturas románicas, de una singularidad excepcional. Casi un milenio después de su construcción y pese a que parte de sus preciadas pinturas murales fueron vendidas a un marchante en 1922, y arrancadas de los muros tres años después, se la sigue conociendo hoy día como la "Capilla Sixtina del arte mozárabe".
Descripción
La ermita fue construida a finales del siglo XI por artesanos, posiblemente mozárabes. El arabismo es evidente en la linterna y en la tribuna. Su situación en la tierra de nadie fronteriza entre cristianos y musulmanes puede justificar la mezcla de influencias. Las pinturas del interior, seguramente del siglo XII, tienen aún más difícil clasificación.
En el exterior del ábside se encuentra una necrópolis rupestre con más de una veintena de tumbas antropomorfas toscamente talladas. Están orientadas de este a oeste y estuvieron cubiertas por lajas. Su excavación inicial puede datarse alrededor del siglo X, si bien pudieron ser utilizadas sucesivamente, posiblemente hasta el siglo XVI.
Historia
La construcción de la ermita se enmarca en la época de la consolidación definitiva de los reinos cristianos en toda esta zona, que tiene lugar hacia el año 1060, cuando tiene lugar la toma, por Fernando I, de Gormaz, Vadorrey, Aguilera, Berlanga y Bordecorex, que se encuentran camino de Medinaceli, que fue centro defensivo estratégico de la frontera musulmana desde el siglo X.
No se conoce nada cierto sobre su origen, si bien hay noticia documentada desde 1136 en que se trasladó la jurisdicción de la ermita y el monasterio a la diócesis de Sigüenza. Según la tradición, la gruta a la que se entra por la esquina sur del interior de la ermita, debió de servir en su día como habitáculo de algún eremita. En torno a esta gruta y al manantial que brota y que hace más habitable el paraje, se organizó a finales del siglo X un cenobio o monasterio que hipotéticamente debió quedar adscrito a la advocación de San Baudelio, mártir galorromano del siglo IV, del que parece que circularon algunas reliquias, procedentes de Nimes, por diversos lugares de la geografía hispano visigoda, llegando finalmente a Toledo. Según parece, los antiguos discípulos de San Baudelio solían habitar en parajes apartados ubicados en las inmediaciones de fuentes de agua para evocar, de ese modo, el lugar donde San Baudelio había sido enterrado.
Las reliquias bien pudieron, con motivo de la invasión islámica, necesitar de un traslado desde Toledo a Asturias o Navarra, por lo que tal vez alguna de ellas pudo haber quedado depositada temporalmente en este lugar.
El culto estuvo suspendido durante mucho tiempo, siendo utilizada incluso como lugar para guardar rebaños de ovejas.
La ermita fue declarada Monumento Nacional, según real orden de 24 de agosto de 1917, publicada el la "Gaceta de Madrid" número 289 de 27 de agosto de ese mismo año y firmada por el Director General de Bellas Artes Sr. Andrade (Monumentos Nacionales Sorianos, Teógenes Ortego y Frías nº 1).
La "Gaceta de Madrid" nª 289
A pesar de lo anterior, varias de las más importantes pinturas de la ermita, que era propiedad de varios vecinos de Casillas de Berlanga a principios del siglo XX, fueron vendidas a marchantes que las revendieron a diferentes museos estadounidenses. Una parte pudo ser recuperada a mediados del s. XX y hoy se exhibe en el Museo del Prado de Madrid. Por otro lado, la pésima conservación de la techumbre de la ermita causó en su tiempo un irreparable deterioro a buena parte de las pinturas del techo que quedaron.
La iglesia fue adquirida por la Fundación Lázaro Galdiano en 1949 y donada al Estado. Una larga y cuidadosa restauración, que requirió incluso el arrancamiento de las pinturas para su tratamiento experto en talleres especializados, ha permitido la recuperación del monumento para la posteridad.
Arquitectura
La pilastra central se abre en ocho
fuertes nervaduras. Arriba queda la linterna.
La ermita está formada por dos cuerpos
rectangulares, el más pequeño correspondiente al ábside y el mayor a la única
nave principal de la iglesia. Los muros, realizados en mampostería apoyada
sobre sillares, tienen aproximadamente un metro de ancho y son de una gran
simplicidad. Se accede a la ermita por una pequeña puerta con arco de herradura
y por una pequeña puerta que da acceso directo al coro de la tribuna.
La bóveda está formada por ocho arcos de herradura,
apoyados sobre ménsulas en las paredes de la nave central, cuatro en los
ángulos y cuatro en los muros, partiendo de una pilastra central muy robusta,
como hojas de una palmera, elemento este muy influido por las formas
arquitectónicas islámicas de Al-Ándalus. Sobre esta pilastra central se abre
una pequeña e inaccesible cámara que hace las veces de linterna y está cubierta
por una cupulilla de seis nervios cruzados.
Es esta linterna un elemento muy
original, opinando algunos autores que pudiera tratarse de una especie de
ostensorio de obra que custodiara en el pasado una reliquia, tal vez
correspondiente precisamente a San Baudelio, o tal vez textos sagrados.
La techumbre es de teja pero hasta 1894
fue de piedra sillar.
Ábside.-La nave principal se conecta por medio de
cinco escalones bajo un arco de herradura con el ábside cuadrado, de testero
recto y que está cubierta por bóveda de cañón. En este ábside se abre una
pequeña ventana de herradura por donde entra la luz que ilumina el altar mayor
de piedra.
Sólo hay otra ventanita abierta en la
pared opuesta. En el ábside hay un pequeño altar de piedra y está decorado con
pinturas de San Baudelio, San Nicolás a ambos lados de la ventana y el Espíritu
Santo, invertido, en el centro.
Tribuna del coro.-A los pies del templo, en el extremo de
la nave principal, una tribuna abre sus arcos de herradura apoyados en
sencillas columnas formando un coro semejante a una pequeña mezquita de cinco
angostas naves. Al coro situado en la parte superior de la tribuna se accede
por una escalera adosada al muro contrario al de la puerta de entrada formada
por peldaños incrustados en la pared. En la actualidad está prohibido el acceso
al coro por razones de seguridad.
La columnata de arcos de herradura cobija
el acceso a la cueva eremítica excavada en la roca que posiblemente dio origen
a la congregación monástica.
Pinturas
La decoración tiene un carácter
excepcional, no habiéndose utilizado en la misma en absoluto la madera, y
basándose por lo tanto íntegramente en la decoración pictórica hecha al temple
sobre un enlucido de yeso que reviste completamente el interior, quedando
cubiertos todas las paredes de la ermita, tanto las verticales como las
abovedadas, las columnas y las nervaduras.
Las pinturas se encuentran entre las
muestras más antiguas de pintura románica en el país, y sorprenden por su
excelente factura y porque combinan la temática religiosa y la profana, con
inspiración seguramente en cerámicas y marfiles de la época califal cordobesa.
Las pinturas, para las que se utilizaron
muy pocos colores, se consideran obra de tres artistas locales desconocidos que
han sido denominados: Maestro de Maderuelo o Primer Maestro de Casillas, a
quien se atribuyen todos los temas decorativos de arquerías y bóvedas, las
grandes escenas bíblicas y las pinturas del ábside; Maestro de San Baudelio,
quien debió pintar las escenas cinegéticas de la zona baja, que son las
pinturas más originales, y un tercer maestro, de más modesta competencia, a
quién se atribuyen las pinturas del interior del coro.
En el ábside, se encuentran pintados San
Nicolás de Bari y San Baudelio a ambos lados de una representación de la paloma
del Espíritu Santo, invertida, en la clave de la ventana abocinada. Y en el
centro una palmera.
Otros personajes y escenas representados
son: escenas de cacerías, un guerrero, un halconero, un elefante portando un
castillo con tres torres, un dromedario, un oso, perros rampantes, bóvidos
afrontados, las tres Marías ante el sepulcro, la curación del ciego y la
resurrección de Lázaro, las bodas de Canna, las tentaciones de Jesús, la
entrada de Jesús en Jerusalén, la Santa Cena, episodios de la Pasión, águilas
con alas extendidas, un ibis, Caín y Abel en actitud oferente, una luna
semicircular de la que irradia una cruz griega y sobre la que se proyectan dos
ángeles, un personaje sentado en actitud escatológica, etc.
Reconstrucción Pictórica Virtual de la Ermita de San Baudelio
El expolio de las pinturas
En 1922, siendo la ermita propiedad de
varios vecinos de Casillas de Berlanga, veintitrés de los frescos de San
Baudelio fueron vendidos por 65.000 pesetas al anticuario Leone Levi, por
cuenta del marchante de arte estadounidense Gabriel Dereppe que trabajaba para
Demotte and Co. de París Técnicos especialistas se apresuraron a arrancar
las pinturas para su transporte. Las protestas que provocó esta venta
consiguieron la inmovilización de las pinturas arrancadas, hasta que
lamentablemente los compradores consiguieron que el Tribunal Supremo español
sentenciara el 12 de febrero de 1925 que no era posible anular la venta libre
de las pinturas, siendo imposible así prolongar la retención de las pinturas.
Esto significó la inmediata salida de las mismas de España, una vez autorizada
por el Director General de Bellas Artes, por imperativo legal. Las pinturas
pasaron seguramente por Londres, en donde fueron fijadas en lienzo.2 El
marchante Dereppe vendió las pinturas a su vez a diversos museos de arte de
varias ciudades de EE. UU.: Museo de Cincinnati, sección de claustros del Museo
Metropolitano de Nueva York (The Cloisters Museum), Museo de arte de
Indianápolis y Museo de Bellas Artes de Boston. Por ejemplo, Dereppe vendió el
fresco Tres mártires en el sepulcro por 75 000 dólares.
En 1957 el gobierno español canjeó
algunas de esas pinturas por el ábside de la iglesia románica de San Martín de
Fuentidueña (Segovia), que actualmente también se expone en el Museo
Metropolitano de Nueva York. Las pinturas románicas que entonces se recuperaron
no volvieron a su ubicación primitiva en el templo de San Baudelio sino que se
custodian, por ahora, en el madrileño Museo del Prado.
El poeta cántabro Gerardo Diego quedó muy
impresionado por la ermita y por la historia del expolio, que le inspiraron
poemas muy interesantes.